Hasta el último segundo.


- Me voy, ¿algo más?
- ¿Me vas a dejar que termine?
- ...
- Gracias, aunque te vas, gracias. Me cuesta asumir que no vas a ponerme más de los nervios con ese humor que no llego a entender o que no me vas a mandar audios para reírte de mí. Todo lo bueno se acaba pero lo hemos disfrutado. No sé si te acuerdas pero un día me dijiste al oído...

- Déjate llevar, disfruta.
- ¿Y mañana? 
- Disfruta.

En ese momento me acuerdo que empecé a ver lo que eres, esa persona que todos necesitamos que pase por nuestra vida. No piensas en el futuro, sólo en ese segundo que me dedicas. Si como hoy, nos decimos adiós, que estemos empachados de comernos el tiempo juntos. 
Reconozco que te he querido odiar por todas las veces que  me has hecho rabiar, igual que todas aquellas que no quería parar de comerte a besos. Eres perfectamente imperfecto y aunque sé que no te gusta que te lo diga, eres mi pajarillo. 

- Como me digas pajarillo de nuevo, me voy.
- No seas tonto, sabes que me gusta ver la cara que pones; ¿nunca te has preguntado por qué eres mi pajarillo?
- No, pero vamos que viniendo de tí ... eres tan impredecible rubita...
- De verdad... hay cosas que no cambian. - Si supieras que ser mi pajarillo es ser mi libertad. Esto quizás te lo debería decir pero creo que es lo mejor que tienes, nunca quieres saber lo que eres para mí. Te basas en lo que pasa cuando me miras con esos ojos que me pierden cuando se cierran, por eso ahora estamos sentados con nuestra despedida improvisada.


- Veo que te has quedado más tranquila pero no me voy a ir sin darte un abrazo, es demasiado fácil. 
- Eres tan oportuno...
- Anda ven aquí rubia.




pág.12



Comentarios

Entradas populares